27 feb 2019

Hollywood, donde nacen las estrellas

El nacimiento de Hollywood es una de las fechas más importantes del cine. Todos los nombres que se le han aplicado, han acabado siéndole pequeños. "Meca del cine" o "Centro del mundo", no importa, aunque quizás el más adecuado sea el que le impuso Ilia Ehrenburg: "Fábrica de sueños".

El director Frank Boggs, el operador Thomas Parsons y el productor William N. Selig se marcharon de Chicago buscando un lugar donde rodar las escenas exteriores de su film 'El conde de Montecristo'. Al final, encontraron lo que buscaban en un pequeño barrio de la zona de Los Ángeles llamado Hollywood.

Las primeras consideraciones fueron de carácter económico. Además de la belleza del paisaje, el clima templado de California permitía rodar muchos días al año, aparte de la luz natural durante tantas horas al día, les reportaba importantes economías en el apartado electricidad. Todo era tan propicio que el mismo año, Selig producirá las dos primeras películas rodadas en Hollywood: 'The heart of a race track out' y 'In the sultans tower'.
Hollywood antes de ser la Meca del Séptimo Arte
El pequeño barrio, si así podía llamarse al grupo de casas, se vio engrandecido por la construcción de un estudio por parte de Selig. Curiosamente, Hollywood podría traducirse como "bosque de acebos"; nadie sabe quién lo bautizó así porque el acebo es un arbusto que nunca ha crecido en California.

Selig es pronto imitado. Los siguientes fueron Adam Kessel y Charles Bauman, productores y directores especializados en películas de cowboys e indios. Nacía así el Western, destinado a ser uno de los pilares del cine norteamericano y la verdadera gesta heroica de su pueblo.

Con el paso de los años, el paisaje desolado de las cuatro casas se convierte en un enorme solar de construcción, donde con un frenesí digno del mundo del cine empieza a construirse furiosamente. Todos los que tienen algo que ver con el cinematógrafo se trasladan a California. Se podría contar por centenales los que emigran al soleado suroeste del país en busca de trabajo o de continuar en él. Directores, escenógrafos, actores y guionistas, todos abandonaron las ciudades del norte, especialmente Nueva York, para irse a una ciudad que todavía no aparece en ningún mapa.
Sin ser nada menospreciable el volumen de gente y estudios que se instalan en Hollywood los primeros años, es a partir de 1910 cuando la ciudad va a recibir su espaldazo definitivo. Llegan William Fox, Jesse Lansky, Carl Laemle, Goldwyn, todos los colosos que en los años siguientes iban a convertir el cine en el cine americano y a Hollywood en su capital.

Empiezan desde el principio tanto las rivalidades comerciales como las rencillas abiertas. La llegada de los técnicos es también la llegada de los capitalistas, de los ambiciosos e intrigantes, de los banqueros y los ladrones. En Hollywood empieza a gestarse un mundo, que si bien en la pantalla solo será entrevisto, será imaginado y soñado por miles de personas en todos lo lugares del mundo y se convertirá en un símbolo de la fama rápida, de la gloria y el favor popular y naturalmente del dinero.

Junto a la migración que se produjo, los hoteles, las agencias de contratación y las nuevas construcciones que proliferan por doquier se convierten, en un espectáculo irresistible en sí mismo. La prensa se ocupa inmediatamente de buscar y señalar en el mapa el pequeño Hollywood y envía a sus corresponsales para que se instalen allí, porque a partir de ese momento, prácticamente todo lo que pase en el mundo del cine tiene que suceder por fuerza en aquel rincón de la costa oeste.

De esta primera época, con Hollywood como protagonista, se pueden citar ya películas tan notables como 'Almas en venta' de Rupert Hughes, además de 'Hollywood' y 'Merton en Cinelandia' de James Cruze.

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