La leyenda del vampiro es milenaria. Seguramente la aparición más temprana sea la del cuento de vampiros que aparece en "El Satiricón" del siglo primero de nuestra época. Pero el mito moderno del vampiro se lo debemos a John Polidori, médico de Byron, que en 1819 publica un cuento titulado El vampiro. Fiat Tenebrae.
Habría que esperar hasta 1897, año de la publicación de la novela de Bram Stoker, para que al vampiro se le denomine "Drácula", ya que la novela del autor no tardó en llevarse al cine, si tenemos en cuenta que el cinematógrafo nace a finales del siglo XIX. Dos años después del éxito de 'El gabinete del doctor Caligari', se estrena en Alemania en 1922 el film 'Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, eines Symphonie)' de F. W. Murnau, que gozó de fama singular por haber iniciado la moda de los vampiros cinematográficos. Murnau representa la tendencia romántico-existencial del expresionismo cinematográfico que pretendía una simbiosis entre la apariencia plástica y la significación psíquica.
Más que una predilección del director por el mito del vampiro, en 'Nosferatu' hallamos la extraordinaria fascinación que ejerció el cine alemán de la época el tema del alma enfrentada a la aparentemente inevitable alternativa de la tiranía o el caos.
'Nosferatu' pretendía ser una fiel adaptación de 'Drácula' de Bram Stoker, pero acabó introduciendo diversos cambios en la estructura argumental para eludir el pago de derechos de autor de la novela. Henrik Galeen, autor del guión, se las arregló para insertarle ideas propias a la película. El guionista intenta demostrar el poder sobrenatural del amor, capaz de vencer a lo negativo, simbolizándolo en el triunfo de Nina sobre Nosferatu.
Respecto al personaje del vampiro, 'Nosferatu' no introduce grandes modificaciones en relación a la novela de Stoker. A medida que avanza la película, 'Nosferatu' deviene cada vez más la encarnación de lo nefando, es decir, rozando la abominación por ir en contra de lo ético y moral. El vampiro es un azote de Dios, un personaje tiránico sediento de sangre.
El agudo sentido cinematográfico de Murnau, ayudado del gran ingenio técnico de su operador, Fritz Arno Wagner, consigue dotar a la película de un gran lirismo visual. Tanto directo como operador pusieron toda su imaginación al servicio del horror, experimentando con técnicas nada habituales, como la utilización de película negativa o tomas logradas según la técnica "one turn-one picture" (esta da la sensación de que la imagen avanza a trompicones; un stop-motion antiguo. Esta técnica la ha utilizado, 70 años más tarde, Francis Ford Coppola en su film 'Bram Stoker´s Dracula'.
Además, en la película la iluminación adquiere una dimensión dramática, reforzando la expresión e intencionalidad de los personajes. Cabe recordar que la etiqueta de "expresionista" se aplicó a menudo a muchos films que por sus características no la merecían. 'Nosferatu, el vampiro' no puede considerarse una película expresionista al ciento por ciento. En el film de Murnau los exteriores reales vuelven a cobrar importancia; rompiendo con la tradición iniciada con 'El gabinete del doctor Caligari' de Wiene, de películas rodadas íntegramente en estudio. En 'Nosferatu' lo sobrenatural se expresa mediante la propia naturaleza, lo fantástico ya no es un medio extraño sino la angustia metafísica del alma.
Murnau rodó en pequeñas ciudades medievales, a orillas del río Rin (Alemania) y cerca del Báltico tan solo para destacar el aspecto insólito de las cosas, es decir, lo siniestro, intentando mostrar la soledad y desolación en fachadas extrañas y lúgubres llanuras.
Con 'Nosferatu, el vampiro', Murnau consiguió una de sus obras maestras y uno de los trabajos cumbre de la cinematografía alemana de todos los tiempos puesto que la película tiene un valor indiscutible por ser la primera adaptación cinematográfica del mito del vampiro y por permanecer al movimiento expresionista alemán.
Sin duda alguna, el film de Murnau marcó un hito en la Historia del Cine Mundial.
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